martes, 18 de septiembre de 2012

LA CONTAMINACIÓN PSICOLÓGICA ES PREVIA A LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL



por: Lic. Julián Pellegrini - PROYECTO SQUATTERS

La necesidad de organizar la economía según la justicia, el respeto a las personas y a la naturaleza ya no es solo una cuestión ética o ideológica, es un imperativo vital que nos exige a todos comenzar a mirar la realidad con lentes críticos y vivir de forma responsable en nuestra vida cotidiana, sobre todo, en relación al consumo.

El consumo responsable es un concepto complejo y que en ocasiones tiene acepciones diferentes, pero todas ellas hacen hincapié en la necesidad de ajustar nuestro consumo a las necesidades reales, no impuestas por la provocación publicitaria y, a la hora de comprar, considerar criterios de justicia social, de solidaridad, de protección del ambiente, teniendo en cuenta el ciclo vital de los productos que consumimos; desde dónde y cómo se producen, hasta los residuos que generan. 

El espíritu del consumo consciente y responsable nos mueve a preguntarnos fundamentalmente si en verdad necesitamos lo que vamos a consumir. Y la publicidad tiene una respuesta clara y contundente a esta pregunta: sí. Sí, porque según su filosofía, la satisfacción de los “deseos y necesidades”, ilimitados y siempre cambiantes, es la más alta prioridad en la vida de las personas. ¿Quién duda, hoy en día, tras generaciones y generaciones de condicionamiento publicitario, de que podemos alcanzar la felicidad a través del materialismo y el consumo?








Pero, aunque la capacidad de producción de las megacorporaciones sea ilimitada y la posibilidad de manipular e influir sobre el deseo de los consumidores también lo sea, esto no implica que los recursos naturales sean infinitos, por lo que continuar promoviendo y practicando un consumismo salvaje, irreflexivo, con una hiperestimulación de los deseos mediante la publicidad, es una empresa insostenible y contraria a la preservación de la salud y la vida en el planeta.
Consideramos que la publicidad es la usina ideológica del mercado, es el principal aliado de las empresas para promocionar modos de consumo desmesurado, irreflexivo, antiecológico y comportamientos humanos nocivos para el medio ambiente.

Si es cierto, como postulaba Gramsci, que la dominación ideológica es previa a la dominación política, podemos añadir nosotros que la contaminación psicológica publicitaria es previa a la contaminación ambiental. Los centros de poder económico han fabricado un medio ambiente psíquico de mensajes adictivos con los que asfixian nuestra capacidad para reflexionar sobre los
grandes desafíos a los que nos enfrentamos como humanidad.


Nuestro paisaje mental está saturado de mensajes mediático- comerciales. Circula por los medios, unilateralmente, un voraz discurso consumista en el que se omite intencionalmente la posibilidad de otra forma de vida en relación al consumo. El mensaje que reproduce la publicidad combate, con coloridas historias y gags creativos, cada uno de los aspectos positivos del consumo 
responsable, atentando sistemáticamente, de día y de noche, por todo sitio -¡Hasta en nuestras propias mentes! - contra la voluntad humana de preservar la vida, los recursos naturales y el respeto por la dignidad de las personas.

De la misma forma que luchamos para salvar el planeta de la destrucción ambiental, debemos luchar también por liberarnos de la influencia de los discursos mediático- publicitarios. Debemos hacer un esfuerzo por reciclar nuestro universo mental.

Hoy, podemos comenzar esta psico-re-evolución. Hoy podemos comenzar a transformar esta sociedad global, deseante e indolente, en una sociedad más consciente, más justa, donde se consolide, poco a poco, una cultura crítica de consumo que priorice los valores humanos, sociales y medioambientales por sobre los caprichos personales y las imposiciones económicas del mercado.


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